En literatura, y especialmente si se trata de poesía, nada es inocente. Nada es casual. Y ya lo avisa Boris Rozas en el título, tan expresivo: esto va de lugares y de poesía, de seres creativos que dedican su vida a abrir nuevas sendas en el mundo y a regalar emoción y belleza, que a veces es una belleza no usada. Este poemario es, pues, un homenaje a los referentes literarios y musicales de Boris, casi todos ellos anglosajones, que han conformado su gusto estético y también ético. Irremediable, pues, sentir que el viaje es parecido, y que hemos ido bien acompañados.
La mayoría de las dudas que tenemos sobre muchos temas tiene esa sencilla opción de resolución. El estudiante de turno es Oliver, un estadounidense de 24 años muy estudioso y dedicado. Pensar en la explosión se sensaciones que atraviesan el cuerpo de Elio cada vez que piensa en Oliver, cada vez que lo siente alambrada, cada vez que el aroma de aquel hombre inunda su ser, cada vez que lo ve acercarse a otra persona, cada vez que no recibe de él la atención que espera, cada vez que su pasión no es correspondida, cada vez que roza los labios de aquel que lo hace poderosamente débil, cada tiempo que la furia del deseo lo sobrepasa y llega al éxtasis, me hace pensar en la imposibilidad de definir las cuatro letras que componen esta palabra tan grande. Elio es quien se abre por completo y se descubre ante el lector con cada experiencia que le cuenta. Adorar es el mayor acto revolucionario.
