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Dotación

Mujeres que ya no sufren por amor

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No existe tal cosa: una ciencia objetiva y libre de valores. De hecho, el mundo relacionado con nuestros orígenes ha revelado una notable complejidad y generado acalorados debates desde el mismo momento en que la teoría de la evolución fue aceptada por la comunidad científica. Aclaremos que con el término «género» hacemos referencia no sólo a las diferencias biológicas entre uno y otro sexo de la especie humana, sino también a las diferencias sociales y culturales atribuidas a las personas en función de su sexo. Tal situación ha provocado que la interpretación de nuestra historia evolutiva haya estado polarizada por un notable androcentrismo, esto es, la identificación de lo masculino con lo humano en general. Homo sapiens Hasta hace sólo unas décadas, los estudiosos consideraron a las mujeres como simples participantes pasivas en el cambio evolutivo, y se limitaron a relegarlas al papel de parir, alimentar y cuidar a sus crías. Mientras que, por el contrario, los hombres fueron descritos como responsables de muchas de las innovaciones que nos definen como humanos, por ejemplo, el surgimiento del andar bípedo, el agrandamiento del cerebro, la fabricación de herramientas, la comunicación cooperativa o la representación simbólica. En realidad, los estudios evolutivos no se han movido en el vacío, sino inmersos dentro de la misma línea que la historia cultural de Occidente.

Dos semanas después, cuando su marido llegó para conocer al recién nacido, le pidió que hiciera lo mismo. Los de la saliva de su esposo mostraban un ascenso de un 26 por ciento tras su encuentro inicial, pero varios días después, también aumentaron hasta el 63 por ciento. La respetada antropóloga, ahora profesora emérita de la Universidad de California, Davis, ha escrito exhaustivamente sobre la ciencia de la maternidad humana. El padre transgénero Liam Johnson sostiene a su hija de un año Aspen el fecha de su cumpleaños. Liam Johnson, de 20 años, y Racquelle Trammell, de 30, tomaron la difícil decisión de detener la transición para tener un bebé.

Y como el fin, para muchos, es tener a una y a varias mujeres a sus pies para que siempre estén disponibles para ellos, no se paran a pensar en la dimensión ética de su comportamiento. No se paran a pensar que actuar sufrir a una persona para adeudar poder sobre ella es maltrato y violencia. Esta es la diferencia entre las mujeres libres y las mujeres prisioneras del amor. Los hombres educados en el patriarcado creen que el amor es como una guerra y para ellos hacer prisioneras a las mujeres es como un juego: es un desafío a su virilidad, analógico al que juegan cuando van de caza. No sólo les pasa a los machos alfa, también les pasa a los hombres de izquierdas y a los aliados feministas y a los poliamorosos progres: creen que sus técnicas para ligar son las adecuadas porque las usaron sus tatarabuelos y sus padres. Las aprenden en las películas y en las series, en las novelas y en la laminadora del corazón, pero también las aprenden de los hombres que tienen a su alrededor, todos, casi todos lo hacen, es lo «normal».

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